martes, 15 de octubre de 2013

GRAVITY: SIN ALIENTO


Las expectativas eran altas, muy altas. A todo aquel que le preguntaba qué le había aparecido la última de Alfonso Cuarón se me quedaba mirando ensimismado e intentaba enlazar palabras con algún sentido, pero no lo conseguían. "Maravillosa", "espectacular", "impactante",... son algunas de las expresiones que repetían tajantes. Ahora es a la servidora a la que le cuesta expresar con palabras la experiencia de acompañar a George Clooney y, sobretodo, a la extraordinaria Sandra Bullock, en esta aventura espacial. ¿¡Sabéis lo que es quedarse con la boca abierta los primeros 20 minutos de metraje!? Técnicamente maravillosa, emocionalmente sobrecogedora, minuciosamente agradecida y un resurgir de la ciencia ficción, por todo lo alto. 


Cuarón levanta el telón y nos regala una secuencia inicial de cerca de 20 minutos que hace las delicias de cualquier amante del género de ciencia ficción. Nunca viajar al espacio a través de la gran pantalla había resultado tan sencillo, envolvente y bello. Porque no dudéis que la belleza de "Gravity" es excepcional, mirad como Clooney no duda en señalárnoslo en el film. Belleza visual, acompañada de unos efectos de sonido impecables e imprescindibles a la hora de embarcarnos en este viaje a los confines, no ya del espacio, sino del terror, la melancolía y soledad humana. Y aquí es donde tengo que remarcar el papelón de Sandra Bullock. GRANDIOSA, así, con mayúsculas. Nunca había visto a la actriz brillar con esa luz, nunca. Hay una escena al comienzo del film que me dejó sin palabras, literalmente, ocurre justo cuando la doctora consigue alcanzar la estación espacial casi sin aire, y nos regala Cuarón un plano en posición fetal de la actriz. Ese es mi momento: "Gravity me ha ganado técnicamente". Luego Bullock comenzó a sopesar si merecía la pena intentar llegar a la Tierra a pesar de su desdicha personal y, claro está, también me ganó emocionalmente. ¿Qué decir de Clooney? Hace un buen trabajo, sin más, justo lo que se pretendía, dejar el protagonismo a la doctora. 

Podría ensalzar la magnífica utilización de la cámara subjetiva en las secuencias de acción que induce al espectador a pasar miedo, vértigo e, incluso, mismísimo terror, al mismo tiempo que los protagonistas; podría también remarcar la perfección de ensamblaje de cada una de las piezas de Gravity, fácilmente; pero me quiero centrar en su mensaje, reflexión o como queráis llamarlo. Un mensaje simple, pero complejo. A veces tenemos la impresión de que el mundo se pone en nuestra contra, que nos hemos sumergido en una espiral dónde no hay salida posible. Es en esos momentos, cuando nos sentimos perdidos, aislados, solos, y es entonces, cuando podemos optar por dos caminos: dejar vencer al derrotismo o embarcarnos en una misión interior de exploración y superación personal. Muy simple, ya os lo había dicho, pero compleja a la vez, como bien sabréis.

Ahora llega el momento en el que hago una conclusión sobre el film y si creo que merece la pena ir al cine a ver este largometraje, ¿en serio es necesaria? Si no habéis disfrutado de esta vivencia única en la gran pantalla, no os lo perdonaréis nunca, luego no digáis que no os lo he avisado.



Pilar M. Cuenca

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